En un mundo que cambia rápidamente, la tecnología es un medio ineludible en cualquier sector de actividad, pero nunca es un fin en sí misma. Cuando la tecnología no evoluciona para acompañar el cambio en el contexto del negocio, en particular en la industria aseguradora, el tiempo puede dictar que se convierta en un fin, por la criticidad que los riesgos operativos, no tratados en el momento adecuado, pueden representar.